Insulsa, aburrida, escasa y con sabor a jabón.
Así es como te esperas la comida saludable y así es como debería ser.
Pero, ¡por todos los dioses!, con la comida hawaiana… ¡no hay manera, chico!
Por mucho que te esfuerces en conseguir una textura de cartón o en recrear las miserables raciones de los orfanatos del siglo XIX… nada. Es imposible.
La comida hawaiana siempre es rica y abundante.
Tan rica y abundante que nos hemos llegado a plantear si verdaderamente será saludable…
Pero debe de serlo.
Porque si te comes un poke bowl resulta que los ingredientes saben a lo que tienen que saber:
el salmón sabe a salmón, el mango sabe a mango, el aguacate sabe a aguacate, el arroz sushi sabe a arroz sushi…
Es decir, ni rastro de colorantes ni conservantes ni edulcorantes ni nada que rime con “fabricantes”.
Todo tan fresco y natural como las vergüenzas de Adán y Eva.
Es más.
Con el resto de las cosas de la Carta Koa Poke pasa lo mismo:
chips de plátano con guacamole casero, gyozas vegetales, poke burritos, haupía de piña…
Todo sano.
Y no es que el secreto esté en la salsa.
No.
No puede ser.
Porque nuestras salsas son caseras y si, por ejemplo, se te da por subir tu poke bowl a Instagram no tendrás problema para usar impunemente los hashtag healthy food, fresh food o real food.
O incluso el hashtag fast food porque, como te servimos tu pedido al momento, hay quien piensa que somos la alternativa rebelde a la comida rápida.
Ya ves, la gente tiene cada cosa…
Como esa gente partidaria de un estilo de vida saludable y comprometido con el planeta y que curiosamente viene a Koa Poke buscando opciones de comida sostenible o vegana o vegetariana o simplemente comida de verdad.